El presente subsidio ha sido preparado por el equipo de Iglesiaactualidad.
INTRODUCCIÓN
Como ambientación previa, se puede entonar el siguiente canto:
¡Aleluya, aleluya! Es la fiesta del Señor.
¡Aleluya, aleluya! El Señor resucitó.
¡Aleluya, aleluya! El Señor resucitó.
Ya no hay miedo, ya no hay muerte,
ya no hay penas que llorar;
porque Cristo sigue vivo,
la esperanza abierta está.
Guía:
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
Todos:
Amén.
Guía:
Bendigamos al Dios de la vida,
que ha resucitado a Jesucristo,
rompiendo las ataduras
del pecado y de la muerte.
que ha resucitado a Jesucristo,
rompiendo las ataduras
del pecado y de la muerte.
Todos:
Bendito seas por siempre Señor.
Guía:
Tu, Señor, amas a todas tus criaturas,
y no aborreces nada de lo que hiciste;
Tú olvidas los pecados de quienes se convierte
y los perdonas, porque tu eres el Señor, Dios nuestro.
y no aborreces nada de lo que hiciste;
Tú olvidas los pecados de quienes se convierte
y los perdonas, porque tu eres el Señor, Dios nuestro.
Todos:
Gloria a ti, Padre, que nos amas con infinita ternura.
Gloria a ti, Hijo Unigénito que ofreces el perdón del Padre.
Gloria a ti, Espíritu Santo, amor derramado en nuestros corazones.
Bendito el Señor por los siglos.
Gloria a ti, Hijo Unigénito que ofreces el perdón del Padre.
Gloria a ti, Espíritu Santo, amor derramado en nuestros corazones.
Bendito el Señor por los siglos.
Guía:
Señor, ten misericordia de nosotros.
Todos:
Porque hemos pecado contra ti.
Guía:
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
Todos:
Y danos tu salvación.
Guía:
Oremos.
Dios todopoderoso y eterno,
condúcenos a la asamblea gozosa del cielo,
para que la debilidad del rebaño
llegue hasta donde le ha precedido la fortaleza del Pastor.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
Dios todopoderoso y eterno,
condúcenos a la asamblea gozosa del cielo,
para que la debilidad del rebaño
llegue hasta donde le ha precedido la fortaleza del Pastor.
Él, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.
LITURGIA DE LA PALABRA
Se recomienda leer
las tres lecturas de la Liturgia de la Palabra para el IV Domingo de
Pascua (año A), aunque, si se estima conveniente, se puede leer
únicamente el Evangelio. Las lecturas y el salmo pueden ser leídos por distintos miembros de la familia y el Evangelio por el guía de la oración.
Primera lectura (Hch 2, l4a. 36-41)
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles.
El día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once, levantó su voz y declaró:
«Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo
Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y
Mesías».
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a los demás apóstoles:
«¿Qué tenemos que hacer, hermanos?»
Pedro les contestó:
«Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de
Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don
del Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros
hijos, y para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor
Dios nuestro».
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba diciendo:
«Salvaos de esta generación perversa».
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
Salmo responsorial (Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5)
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
V/. El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
V/. Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
V/. Preparas una mesa ante mi,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
V/. Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Segunda lectura (1 Pe 2, 20-25)
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro.
Queridos hermanos:
Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien,
eso es una gracia de parte de Dios.
Pues para esto habéis sido llamados,
porque también Cristo padeció por vosotros,
dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca.
Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban;
sufriendo no profería amenazas;
sino que se entregaba al que juzga rectamente.
Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño,
para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia.
Con sus heridas fuisteis curados.
Pues andabais errantes como ovejas,
pero ahora os habéis convertido
al pastor y guardián de vuestras almas.
Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien,
eso es una gracia de parte de Dios.
Pues para esto habéis sido llamados,
porque también Cristo padeció por vosotros,
dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas.
Él no cometió pecado
ni encontraron engaño en su boca.
Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban;
sufriendo no profería amenazas;
sino que se entregaba al que juzga rectamente.
Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño,
para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia.
Con sus heridas fuisteis curados.
Pues andabais errantes como ovejas,
pero ahora os habéis convertido
al pastor y guardián de vuestras almas.
Evangelio (Jn 10, 1-10)
Lectura del santo Evangelio según san Juan.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el
aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ese es ladrón y
bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A este
le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por
el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las
suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su
voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no
conocen la voz de los extraños».
Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús:
«En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos
los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas
no los escucharon.
Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.
El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante».
MEDITACIÓN
(FRANCISCO, Alocución al rezo del Regina Coeli, 7 de mayo de 2017)
En el Evangelio de este domingo, (cf. Jn 10, 1-10), llamado
“el domingo del buen pastor”, Jesús se presenta con dos imágenes que se
complementan la una con la otra. La imagen del pastor y la imagen de la
puerta del redil. El rebaño, que somos todos nosotros, tiene como casa
un redil que sirve como refugio, donde las ovejas viven y descansan
después de las fatigas del camino. Y el redil tiene un recinto con una
puerta, donde hay un guardián. Al rebaño se acercan distintas personas:
está quien entra en el recinto pasando por la puerta y quien «sube por
otro lado» (v. 1). El primero es el pastor, el segundo un extraño, que
no ama a las ovejas, quiere entrar por otros intereses. Jesús se
identifica con el primero y manifiesta una relación de familiaridad con
las ovejas, expresada a través de la voz, con la que las llama y que
ellas reconocen y siguen (cf. v. 3). Él las llama para conducirlas
fuera, a los pastos verdes donde encuentran buen alimento.
La segunda imagen con la que Jesús se presenta es la de la «puerta de
las ovejas» (v. 7). De hecho dice: «Yo soy la puerta: si uno entra por
mí, estará a salvo» (v. 9), es decir tendrá vida y la tendrá en
abundancia (cf. v. 10). Cristo, Buen Pastor, se ha convertido en la
puerta de la salvación de la humanidad, porque ha ofrecido la vida por
sus ovejas.
Jesús, pastor bueno y puerta de las ovejas, es un
jefe cuya autoridad se expresa en el servicio, un jefe que para mandar
dona la vida y no pide a los otros que la sacrifiquen. De un jefe así
podemos fiarnos, como las ovejas que escuchan la voz de su pastor porque
saben que con él se va a pastos buenos y abundantes. Basta una señal,
un reclamo y ellas siguen, obedecen, se ponen en camino guiadas por la
voz de aquel que escuchan como presencia amiga, fuerte y dulce a la vez,
que guía, protege, consuela y sana.
Así es Cristo para nosotros. Hay una dimensión de la experiencia
cristiana que quizá dejamos un poco en la sombra: la dimensión
espiritual y afectiva. El sentirnos unidos por un vínculo especial al
Señor como las ovejas a su pastor. A veces racionalizamos demasiado la
fe y corremos el riesgo de perder la percepción del timbre de esa voz,
de la voz de Jesús buen pastor, que estimula y fascina. Como sucedió a
los dos discípulos de Emaús, que ardía su corazón mientras el Resucitado
hablaba a lo largo del camino. Es la maravillosa experiencia de
sentirse amados por Jesús. Haceos una pregunta: “¿Yo me siento amado por
Jesús? ¿Yo me siento amada por Jesús?”. Para Él no somos nunca
extraños, sino amigos y hermanos. Sin embargo, no es siempre fácil
distinguir la voz del pastor bueno. Estad atentos. Está siempre el
riesgo de estar distraídos por el estruendo de muchas otras voces. Hoy
somos invitados a no dejarnos desviar por las falsas sabidurías de este
mundo, sino a seguir a Jesús, el Resucitado, como única guía segura que
da sentido a nuestra vida.
PRECES
Guía:
La misericordia del Señor llena la tierra, la palabra del Señor hizo el cielo (Cf. Sal 32, 5-6). Oremos al Señor nuestro Dios, que nos ha confiado al cuidado de Jesucristo, su Hijo, el Buen Pastor.
– Para que el papa, los obispos y
todos los que tienen alguna misión pastoral sigan las huellas de Cristo,
que está en medio de nosotros como el que sirve. Roguemos al Señor.
– Para que los gobernantes, en sus
deliberaciones y decisiones, estén siempre atentos a las necesidades de
sus pueblos, recogiendo sus justas aspiraciones. Roguemos al Señor.
– Para que nuestros jóvenes y los
de los países de misión no tengan miedo a ser llamados por Dios y,
siguiendo el ejemplo de los apóstoles, respondan con firmeza y confianza
a la vocación. Roguemos al Señor.
– Para que todos nos sintamos responsables de la solicitud pastoral de la Iglesia. Roguemos al Señor.
– Para que todos nosotros sigamos
con plena fidelidad y confianza a Jesucristo, sabiendo que él es nuestro
auténtico Pastor, y que solo por él podemos llegar al Padre. Roguemos
al Señor.
Se pueden incluir intenciones particulares.
ORACIÓN DOMINICAL
Guía:
En comunión con toda la Iglesia universal,
digamos la oración que el mismo Señor nos enseñó:
digamos la oración que el mismo Señor nos enseñó:
Todos:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
CONCLUSIÓN
Guía:
Escúchanos, Señor;
que tu bondad y tu misericordia nos acompañen
todos los días de nuestra vida,
hasta que lleguemos a los pastos eternos,
conducidos por tu Hijo Jesucristo, Pastor y puerta del rebaño,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
que tu bondad y tu misericordia nos acompañen
todos los días de nuestra vida,
hasta que lleguemos a los pastos eternos,
conducidos por tu Hijo Jesucristo, Pastor y puerta del rebaño,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Todos:
Amén.
Guía (mientras todos hacen la señal de la cruz):
El Señor nos bendiga,
nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
nos guarde de todo mal
y nos lleve a la vida eterna.
Todos:
Amén.
CANTO A LA VIRGEN MARÍA
Para concluir, se puede entonar la siguiente antífona a la Virgen, u otro canto mariano:
Regina cæli, lætare; alleluia.
Quia quem meruisti portare; alleluia.
Resurrexit sicut dixit; alleluia.
Ora pro nobis Deum; alleluia.
Quia quem meruisti portare; alleluia.
Resurrexit sicut dixit; alleluia.
Ora pro nobis Deum; alleluia.
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