La cadena de la vida es soldada, eslabón tras eslabón, en el silencio que habita debajo del corazón de una mujer, durante nueve meses de labor callada. Ya sé que es labor del padre y de la madre; ya lo sé. Pero ese espacio de protección inicial, de calor y vida, de conformación y crecimiento, lo aporta ella, a veces sin darse cuenta, a veces llena de temores y anhelos. Por eso estas letras las quiero dirigir a las madres que nos han dedo la posibilidad de estar en la existencia.
Cómo puede ser posible que se desprecie o minimice esta posibilidad con la que Dios ha adornado la naturaleza del ser humano en su condición de mujer. Cómo es posible que socialmente no seamos capaces de reconocer y apoyar a quienes nos cargan y con quienes estamos soldados por el hilo de la vida durante los primeros momentos de nuestro latir humano. Cómo es posible que no devolvamos esta dichosa posibilidad en apoyo y promoción impidiendo que por esta realidad preciosa sufran ver frenada su promoción social y laboral.
¿Cuánto cuesta una multinacional capaz de construir la herramienta humana de mayor precisión y de mejor eficacia? Puede que seamos capaces de acertar con el precio. Y puede que su precio nos asuste. Pero es incalculable el precio de lo que solo tiene valor. Una vida no tiene precio. Por insignificante que nos parezca, por inútil que la creamos, es de un valor inimaginable. Es un sueño del que no vale la pena despertar. La vida humana no tiene precio. Y ser madre es ofrecer la existencia como joyero precioso de una existencia humana.
Que nadie te mienta. Que nadie te engañe haciéndote creer que dar vida es perder tu vida. Que el egoísmo insolidario y despiadado de la cultura de la muerte no nos engañe a ninguno. La maternidad es un concepto glorioso y sonoro que merece ser incensado con culto reverente, pues es lo más parecido al amar divino de Dios.
Cómo puede ser posible que se desprecie o minimice esta posibilidad con la que Dios ha adornado la naturaleza del ser humano en su condición de mujer. Cómo es posible que socialmente no seamos capaces de reconocer y apoyar a quienes nos cargan y con quienes estamos soldados por el hilo de la vida durante los primeros momentos de nuestro latir humano. Cómo es posible que no devolvamos esta dichosa posibilidad en apoyo y promoción impidiendo que por esta realidad preciosa sufran ver frenada su promoción social y laboral.
¿Cuánto cuesta una multinacional capaz de construir la herramienta humana de mayor precisión y de mejor eficacia? Puede que seamos capaces de acertar con el precio. Y puede que su precio nos asuste. Pero es incalculable el precio de lo que solo tiene valor. Una vida no tiene precio. Por insignificante que nos parezca, por inútil que la creamos, es de un valor inimaginable. Es un sueño del que no vale la pena despertar. La vida humana no tiene precio. Y ser madre es ofrecer la existencia como joyero precioso de una existencia humana.
Que nadie te mienta. Que nadie te engañe haciéndote creer que dar vida es perder tu vida. Que el egoísmo insolidario y despiadado de la cultura de la muerte no nos engañe a ninguno. La maternidad es un concepto glorioso y sonoro que merece ser incensado con culto reverente, pues es lo más parecido al amar divino de Dios.
@juanpedrorivero
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