Volvemos a contar con la Capilla del Señor Difunto y los Santo Varones

 

Ya podemos venerar en la iglesia parroquial de Santo Domingo de Guzmán, las imágenes presentes en la Capilla del Señor Difunto y los Santos Varones. Es una alegría retomar esta posibilidad después de la situación de clausura por la que nos hemos visto privados de la misma a causa de las obras de reforma del complejo parroquial de Santo Domingo. 


El «Señor Difunto» es una imagen anónima del siglo XVI. Colocada por los dominicos en el Capítulo (sala en que se reunían los religiosos para sus deliberaciones y que generalmente se ubicaba en el Claustro principal), espacio que también se usó como sitio de enterramiento para los frailes de este convento, en el lugar en el que aún hoy se ubica el Señor Difunto. Esta imagen es protagonista de la ceremonia del Entierro del Señor, que se celebraba en el caustro, y que pronto se relacionó con la Semana Santa lagunera, saliendo en procesión en Viernes Santo en la tarde.

En la actualidad esta talla se encuentra depositada dentro de una urna barroca de plata, con la que además procesiona y que fue donada por el Corsario Amaro Pargo en 1732, según versa la inscripción que presenta: «Esta Vrna la mando a hazer El Capitán Dn Amaro Rodriguez Phelipe por su devoción este año de 1732».

Al Señor muerto lo acompañan en su retablo las imagenes de candelero de los Santos Varones (Nicodemo y José de Arimatea), encargados de recoger el cuerpo de Cristo y de colocarlo en su sepulcro.

En el ático del retablo encontramos una pequeña talla que probablemente represente a María Egipciaca, aunque aparece sin su atributo principal, que sería tres panes. Algunos autores prefieren pensar que se trata de Magdalena penitente.

En el exterior de esta Capilla se encuentra una pintura mural incompleta ejecutada por la mano magistral de Pedro de Guezala en 1960.

Las imágenes, además de ser obras de arte, son mediaciones para el culto y la espiritualidad de los cristianos. Nos recuerdan los acontecimientos centrales de la vida de Cristo y nos ayudan a vivir el Evangelio que Él proclamó. Eso es lo que hace que esta pequeña capilla lateral del templo de Santo Domingo de Guzmán, sea un verdadero tesoro.

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