“Tengo un gran dolor en mi corazón por el empeoramiento de la situación en Ucrania. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, se están abriendo escenarios cada vez más alarmantes”. Lo afirma el Papa al final de la audiencia general del último miércoles de febrero en el Aula Pablo VI. “Como yo, tanta gente de todo el mundo siente angustia y preocupación”, observa el Pontífice, constatando con amargura que “una vez más la paz de todos se ve amenazada por intereses partidistas”. De ahí su apremiante exhortación a los líderes políticos:
“Quisiera hacer un llamamiento a los responsables políticos para que hagan un serio examen de conciencia ante Dios, que es Dios de la paz y no de la guerra; que es el Padre de todos, no sólo de algunos, que quiere que seamos hermanos y no enemigos. Ruego a todas las partes implicadas que se abstengan de llevar a cabo cualquier acción que pueda causar aún más sufrimiento a las poblaciones, desestabilizando la convivencia entre las naciones y desprestigiando el derecho internacional.”
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