I
Francisco, pastor sincero,
del Evangelio fue canto,
sembrando la paz y el santo
consuelo del Dios verdadero.
Tu paso, humilde y ligero,
nos mostró el rostro del Cielo;
la Cruz fue tu único anhelo
y el amor tu profecía,
¡hoy tu alma, en luz del día,
nos alumbra desde el suelo!
II
Fuiste llama que no agobia
y consuela al ser humano,
guía firme del cristiano
en la tierra y su zozobia.
No buscaste la parodia
del poder ni del aplauso,
y en tu callado cansancio
se escondía la grandeza
de quien lucha con pobreza
y nos llama al mismo paso
III
Iglesia de siete mares,
tierra de luz y ceniza,
hoy la muerte no aterriza,
sino vuela a nuevos lares.
Que tus templos sean hogares,
que tus voces sean consuelo,
y que no falte en el cielo
una oración que nos una:
Jesús, por tu diestra y cuna,
¡ilumínanos sin velo!
IV
Estas décimas sencillas
como incienso van subiendo;
que su eco vaya diciendo
más que palabras: semillas.
Que no falten las rodillas
dobladas con fe encendida,
ni una lágrima escondida
sin consuelo o sin abrazo…
Hoy te dejo este lazo
de amor, de arte… y de vida.
V
Francisco, pastor amado,
de los márgenes y el pan,
que en silencio te nos van
pero quedas sembrado.
Tú fuiste verbo encarnado
en gestos de compasión;
nos dejaste la lección
de vivir sin arrogancia
y de alzar la misma lanza
del amor por vocación.
VI
Que la Iglesia no se duerma,
que despierte su latido,
que anuncie al Dios nacido
en la carne más enferma.
Que no tema la gran yerma,
ni el juicio de los letrados…
que vuelva con pies cansados
al camino del cordero.
Jesús, sé nuestro lucero
en los tiempos desgastados.
VII
Y si viene el tiempo oscuro,
la tribulación final,
guárdanos del bien banal
y del orgullo más duro.
Que la fe sea el muro
y el amor nuestra victoria;
que al mirar hacia la gloria
no olvidemos nuestra cruz…
¡Misericordioso Jesús,
cumple en nosotros tu historia!
Miguel Rocha Rocha
21 de Abril de 2025
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